La fiesta de San Roque es también conocida como la Fiesta Grande de Tarija. Se festeja en los meses de agosto y septiembre. El 2021 fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO
Por: Daniel Vacaflores – doctor en Antropología
El País – 22-04-2022
Yo soñé que San Roque se levantaba majestuoso sobre Tarija. Su sombrero aludo llegaba hasta el cielo y su manto bordado de estrellas cubría toda la cordillera. Eso fue dos semanas antes de su declaratoria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, a finales del 2021. Este tipo de cosas me pasan mucho, siempre de nuevo, y lo interesante es que los chunchos viejos confían en mí. Cuando les cuento estas cosas me escuchan atentos y más de uno ha actuado en consecuencia. Dos ejemplos claros son cuando les cuento que desde que ha comenzado todo esto con mi primer libro, que San Roque me ha agarrado del manto y no me deja ir, sino que me jala para adelante. O cuando me preguntan quién me ha mandado (cuando voy de visita al campo, a Chile o a Perú) y les digo que San Roque me ha mandado. O cuando me preguntan quién me ha invitado, y les apunto a su Virgen y les digo que ella me ha llamado.
Es increíble, porque yo siempre creía que me iba a morir como la oveja negra de Tarija, pero a veces me da la impresión de que los chunchos viejos me han agarrado bajo su manto. Me han prohibido que deje de escribir. Es como si este lenguaje onírico fuera el lenguaje de nuestra tradición. Después de todo, todos ellos han hecho una promesa y tienen una relación íntima con San Roque. ¿Quién sabe en qué momento ellos mismos escucharon o sintieron la voz de San Roque, que los consolaba y los fortalecía en su fe? El asunto es que en mi caso estas revelaciones van de la mano de mi trabajo académico. Mi trabajo constante y mi insistencia de hablar siempre con la verdad me ha ganado amigos insospechados. Es tanta la gente que se me ha acercado a contarme sus cosas que me faltan manos para escribir todo lo que me dijeron, y me faltan libros para hacerle justicia a todas sus historias. Lo cual me lleva al siguiente punto: la inmensa cantidad de información pendiente.
Mis amigos y los periodistas que me han entrevistado no me van a dejar mentir: cuando me sientan a hablar de San Roque me falta tiempo para decirles todo lo que sé. Cuando me invitan a dar una charla les pregunto de que quieren que hable, porque hay tanto que tres días no me alcanzan. Podría darles una charla de una semana y no se me acabarían los temas. Siento que me pasa lo mismo con mis libros: no importa cuán densos los escriba ni con cuanta información los llene, siempre me falta algo para contar. Y son estos temas chiquitos, aquello que se queda en el tintero, que quiero aprovechar para escribir en el periódico. Espero que, si me dedico a escribir una cosa por semana, en algún momento me voy a cansar y voy a decir “listo, misión cumplida”.
Yo siempre he tratado temas incómodos, pero absolutamente necesarios: los orígenes andinos de los chunchos, la veracidad de la historia del Lazareto, las guerras sociales de San Roque, los conflictos entre los chunchos y la parroquia, el reconocimiento de las fiestas campesinas y paganas de los chunchos chapacos, los orígenes prehispánicos de los bailes chuncho, las mujeres y el rescate de la historia de las alféreces, las mujeres músicas tradicionales, las chunchas infiltradas, el conflicto intrínseco de la fiesta de San Roque, la religiosidad popular original y la imperiosa necesidad de no mentir. Todos y cada uno de estos temas me han ganado enemigos, pero se han mostrado como fundamentales para el desarrollo de nuestro conocimiento sobre nuestra tierra, sobre nuestras tradiciones y sobre nosotros mismos. Es un debate que era necesario y que nos ha permitido crecer como sociedad. Estamos siendo testigos de cómo San Roque está marcando la historia de nuestra Tarija.
Déjenme darles la bienvenida a LOS SUEÑOS DE SAN ROQUE, esta nueva sección del periódico EL PAÍS, donde todos los viernes voy a tratar las cositas pequeñas que se escapan de mis libros grandes. Ahora que somos patrimonio cultural inmaterial de la humanidad es necesario tener un espacio permanente de reflexión sobre lo que significa la salvaguarda de nuestra Fiesta Grande. Porque San Roque nos mira desde allá arriba, y les aseguro que otras gentes lo pueden ver desde tierras lejanas. Nuestro San Roquito querido, que ha comenzado como una fiesta chica de barrio pobre, ahora es una estrella que brilla desde el corazón de Sudamérica.