Una reflexión sobre la influencia de la política en la fiesta grande de San Roque, sobre la salvaguarda y el patrimonio como ejercicio activo de nuestros derechos culturales
06/09/2022
Uno de los argumentos para justificar la injerencia del Ministerio de Culturas sobre la organización interna de la fiesta es de que “los políticos locales hacen lo mismo y nadie se queja”. Pero no es lo mismo. Déjenme explicarles.
Mi amigo Ratón Hernán Guerrero me decía que las declaratorias de patrimonio cultural solo son un pasaporte para el manoseo y manipuleo de la misma por los políticos de turno. Todos sabemos que uno de los precios que hay que pagar por el apoyo de los políticos es permitir que se vayan a sacar la foto a San Roque para ganar redito político, sea cargando las andas del santo o de alguna otra forma de aparición pública dentro de la fiesta. Se espera que quieran hacer notar todo el apoyo que están dando. Es lo que se espera que hagan el señor presidente y la señora ministra al momento de entregar el nombramiento de la Fiesta Grande de Tarija como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Es lo que hizo Evo Morales en su tiempo.
Pero no es lo mismo. Este tipo de “redito político” se articula en torno a la sumisión del político a la imagen del santo. Al hacerse ver cargando el santo, los políticos se están articulando a la red de sentidos y simbolismos que hacen de la fiesta un fenómeno ritual. Aunque se podría decir que se están aprovechando de los simbolismos religiosos de San Roque para su beneficio personal, no están alterando la estructura popular de la fiesta. Su presencia es incómoda pero tolerable.
Lo cual no quiere decir que a lo largo de la historia los políticos no hayan intentado más de una vez apoderarse de la fiesta. Cuando lo conocí al mayor Jijena para hacerle una entrevista sobre la organización de los chunchos, mencionó una queja recurrente sobre que los politiqueros se metan a la fiesta. Sus palabras exactas fueron: “demostrarles a los sinvergüenzas de los políticos que esta es una fiesta religiosa, no es una fiesta de los politiqueros vividores. Siquiera practicarían una política sana”. En esa época habían logrado liberarse de la influencia que ejerció Motete Zamora en el Comité de Festejos.
Otro caso es el relatado en mi libro La historia perdida de San Roque, cuando la fiesta, el barrio, los promesantes y los franciscanos se resistieron a la influencia del liberalismo ilustrado de finales del siglo XIX, cuando los querían botar a los chunchos para limpiar la fiesta. Pero se les resistieron, y la fiesta de barrio pobre de San Roque se convirtió gracias a eso en la Fiesta Grande de Tarija. Y es también gracias a eso que ahora la fiesta es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, ¿o creen que lo hubiéramos logrado sin los chunchos?
Yo soy testigo permanente de cómo los chunchos se resisten a ser utilizados políticamente. Ellos son conscientes de las fuerzas que se mueven a su alrededor, y se resisten activamente a ellas. Ese es uno de los motivos por los cuales existe la regla de que los chunchos no van a bailar en ningún acto político sino solo religioso. Entonces, yo creo que una de las características estructurales de la Fiesta Grande de San Roque como fenómeno social es su defensa permanente frente a los intentos de apropiación de parte de los políticos.
Lo que está pasando ahora es diferente. La queja ahora es que se quiera introducir agentes políticos dentro de la estructura interna de la fiesta. El malestar es evidente. Algo en lo que coinciden todos los asistentes a la reunión con la señora ministra es que en la reunión nunca se habló de la conformación del Comité de Salvaguarda (así, con mayúscula), sino de una comisión encargada de escoger a dicho Comité. Pero en el acta que firmaron lo anotaron como tal, cimentando la presencia de las Bartolinas, Federación de Campesinos, Asociación de Artesanos y Asociación de Municipios dentro del Comité de Salvaguarda. Esta es una maniobra política desleal que es percibida como tal. Y todo esto en medio de otras acciones hostiles hacia la fiesta y sus actores.
El Ministerio está yendo en contra de la declaratoria de la UNESCO. En la postulación se identifica claramente a los actores tradicionales de la fiesta. Todo el mundo está de acuerdo de que ellos deben ser los que conformen el Comité de Salvaguarda. ¿Para qué introducir elementos ajenos y hostiles hacia la estructura tradicional de la fiesta? Todo lo que tienen que hacer es reconocerles su rol tradicional y listo. El Ministerio podría terminar como el héroe de la película, pero insisten en presentarse como el villano.
Por ahora solo nos queda disfrutar de la fiesta y confiar en que nuestros dirigentes van a saber resolver la situación. Si los antecedentes históricos sirven para algo, quiere decir que San Roque va a salir airoso de esta también.