Daniel Vacaflores – ECOS DE TARIJA – 01-07-2022
Vivimos en una época llena de descubrimientos, lo cual es bueno porque estamos haciendo historia. Un efecto secundario, sin embargo, es la enorme diversidad de material disponible
Recuerdo que para 2004 era la gran cosa tener Un libro de San Roque. Tanto don Mario Valverde Toro como don Mario Suarez Calbimonte y mi persona escribimos sendos libros sobre San Roque con la pretensión de que sean completos. Hablamos del santo, de la iglesia, de la historia, de la fiesta, de la fe, de la promesa, de las alabanzas, de los chunchos, de los cañeros, de las alféreces, de los leprosos, del Lazareto y de los chiriguanos. En esa época era lo más completo que podías encontrar.
Desde entonces don Pepe Paz y don Milton Ramos han investigado sobre los documentos de don Aurelio Arce y el centenario de los chunchos. Don Mario Suarez ha trabajado la vida y obra de San Roque, su hagiografía. Y yo he montado el toro y no me he dejado voltear. Mi travesía comenzó el 2009, cuando en mi primer libro me di cuenta de todos los vacíos en nuestro conocimiento de la fiesta. Y si no sabemos algo, así mi razonamiento, hay que averiguarlo. Lo primero que hice fue buscar el origen de los chunchos. Para eso recorrí tres caminos: me fui al Chaco para buscar a los chunchos guaraníes, me puse a revisar toda la información sobre el Lazareto y de los chunchos leprosos, y seguí el rastro que dejó don Víctor Varas Reyes sobre los chunchos andinos. Me encontré que los guaraníes tenían esta tradición de los franciscanos, quienes los habían llevado a finales del siglo XIX. No encontré nada que confirme la teoría de los chunchos leprosos, y lo que es peor descubrí que los chunchos viejos nunca hablaron de sus orígenes como leprosos. Es decir, todo parecía negarse a estas teorías nativas. Hasta que me dediqué a rastrear sus posibles orígenes andinos y me encontré con un mar de chunchos. De esa época vienen tres de los dichos que me acompañan hasta ahora: “Voy a ir a cazar chunchos”, “Levanto una piedra y encuentro un chuncho” y “San Roque me manda”.
Todo esto me tuvo ocupado hasta el 2017. En esta época retomé algunos temas de mi primer libro, el 2009, que recién encontraba la oportunidad de profundizar. Eso incluye el tema de las chunchas mujeres y de la historia vieja de la fiesta de San Roque en Tarija, a lo que eventualmente se sumaría la historia de los chunchos campesinos o chunchos chapacos. Todo comenzó el 2014 cuando estaba buscando las raíces de los chunchos guaraníes y me fui a Aguayrenda a verlos por primera vez. Pero fue recién en octubre del 2016, para la fiesta de San Francisco de Asís en la comunidad de Obrajes que me encontré con un mar de chunchos. Me puse a investigar los chunchos chapacos y me encontré (de nuevo) con que levantaba una piedra y encontraba un chuncho.
El 2018 fui a mi primer congreso feminista en la ciudad del Alto con mi investigación de las chunchas mujeres, y el 2019 presenté un nuevo trabajo sobre el tema en la Reunión Anual de Etnografía en La Paz. Esta búsqueda me llevó al encuentro de las mujeres músicas y también al encuentro de la historia de las alféreces. Aunque no me crean, las alféreces tienen mucho que agradecerles a estas mis otras investigaciones. Si no hubiera sido por la historia de la pelea de San Bernardo con San Roque, la investigación de los chunchos andinos y la de los chunchos chapacos yo nunca hubiera llegado a desentrañar su historia. Y por otro lado, si no hubiera sido por esta misma historia “vieja” de San Roque nunca hubiera podido extender un puente hacia la historia colonial de la fiesta.
Estamos viviendo una época llena de descubrimientos. No me alcanzan las manos para seguir sacando libros. Al que les diga que en este momento de nuestra historia se puede tener un solo libro de San Roque, les está mintiendo. No es solo que no me alcanzan las manos para sacar los libros que ya tengo listos, sino que todavía me falta tanto por investigar: la historia colonial de nuestro San Roque, de las diferentes tradiciones campesinas de chunchos chapacos y, entre otras cosas, tengo el antojo de escribir la historia de cosas como las chicherías de San Roque, de dónde vienen y a dónde se fueron. Pero no solo eso: está la investigación de los hermanos Zeballos sobre el patrimonio sonoro de San Roque y la investigación de Edwin Rivera sobre el “barrio latino de San Roque”, además de cualquier otra que quiera aparecer. Cualquier libro que se escriba ahora estará obsoleto para el próximo año. Pero algún rato nos vamos a calmar; no es real esperar que los descubrimientos radicales se mantengan eternamente. Algún rato se va a asentar el polvo y vamos a tener el tiempo de escribir con calma un solo libro de San Roque, ya con todo este material bien revisado y masticado. Hasta entonces tenemos que disfrutar estar montados en la cresta de la ola: es exhilarante pero el vértigo te quiere matar.