HOYBOLIVIA.COM, 04 de octubre 2024
CIRO AÑEZ NUÑEZ
Muchas personas han preferido ignorar el tema de la crisis ambiental suponiendo que es una exageración, una moda; o, que el cambio climático es una mentira.
Todos vivimos en el mismo planeta, la Tierra, y, por lo tanto, es responsabilidad de todos cuidarla. Nuestro medio ambiente es nuestra vida. Todos debemos involucrarnos. Esta noble causa, no debe distorsionarse en contiendas por absurdas exclusividades, el negocio y el mercadeo. Evitemos el desastre ecológico. Unamos fuerzas.
Lo único que tenemos aquí es VIDA, por lo tanto, tengamos absoluto involucramiento con la vida, con la creación del Creador. Al no involucrarnos con la vida, conlleva a evitarla (es decir, nos sesgamos). Nuestra vida no tiene que ser un enredo, un desorden tampoco un caos aniquilador.
Involucramiento, no significa enredo y sufrimiento; y, desapego no implica, no involucramiento.
Existe sufrimiento (por falta de sentido común y de dominio propio), cuando se vive atrapado en un total enredo, siendo cortoplacista, mentecatos utilitaristas, sin templanza y autocontrol, viviendo en una vorágine de egolatría, corrupción, ambiciones tóxicas, impulsos, emociones, deseos, placeres descontrolados, con un bajo nivel de consciencia, que es capaz de matar a los seres vivos (personas, fauna, flora, ecocidio, genocidio, pueblos indígenas extintos o desplazados) por dinero.
Vivamos de forma consciente, significativa e intensa con total involucramiento con la vida y con atención absoluta en lo que hacemos en el ahora. Cuidemos nuestro planeta Tierra, es nuestro punto de encuentro.
Si no lo hacemos, no es porque no podamos sino porque de forma insensata e ingrata, no nos importa lo suficiente, siendo que convivimos y nos alimentamos de ella (todo lo que tenemos y consumimos viene de ella) y, aun así, resulta que todavía no es prioritario para nosotros. No somos agradecidos, ni promovemos la gratitud. Este mal provoca un deterioro en nuestro propio bienestar y de las futuras generaciones.
Es importante mantener nuestra vida en equilibrio sin arruinarnos ni arruinar el ambiente que nos rodea. Es menester crear Bienestar: interior, exterior y social. Nuestra calidad de vida depende de cuánta paz tengamos y cuán alegre seamos.
La calidad de la vida está dentro de nosotros, no se trata de lo que nos rodea. Nuestra capacidad para vivir con alegría aquí, no depende de la cantidad de billetes que se tenga, tampoco del tamaño de la casa en la que vivamos o del automóvil que conduzcamos. Estas cosas hacen que tu vida sea cómoda y conveniente, pero la calidad esencial de tu vida es cómo te encuentras dentro de ti mismo en este momento.
Tanto para poder caminar como para poder escalar debemos tener equilibrio, por consecuencia, no debemos estar descompensados yéndonos hacia los extremos (porque lógicamente no podremos caminar, siempre nos caeremos), faltos de dominio propio. Es decir, no debemos ser unos «exclusivos» millonarios miserables ni unos viciosos indigentes (que emborrachan su mente, pretendiendo escapar de su caótica realidad – de sus propios pensamientos que los abruman y los martirizan constantemente-, cuando en realidad, lo único que hacen es empeorar aún más su propia condición).
La corrupción está destruyendo a la humanidad y a su hábitat. No es que el poder corrompa, sino que hay muchas personas corruptas debido al enfoque de vida que se lleva, la cual está cimentada en la maldita ambición humana ególatra, individualista, excluyente, tóxica, envidiosa y obscena, de vivir de forma limitada, apegada, ensimismada (enajenada) e identificada única y exclusivamente con la materia (egomanía materialista), bajo la tirria idea de que el bienestar propio debe ser a costa del bienestar del otro (de los demás seres vivos), traducidas en frases como por ejemplo: «dilapidemos todo lo que podamos y está a nuestra disposición, en este momento aprovechémoslo y, ya después vemos que hacemos, si es que para entonces aún estaremos con vida», «yo y los míos, deben prosperar, lo tuyo debe morir (perecer)» o «el otro no puede estar mejor que yo».
Esa antipatía conlleva a que la corrupción se encuentre en todas partes, pero cuando el corrupto adquiere posición de poder, la corrupción encuentra mayor expresión porque ésta es mucho más visible y evidente, debido a las mayores consecuencias que alcanza y por el gran impacto que trae consigo para muchas más personas, por lo tanto, no es que el poder corrompa sino que esa persona al ser corrupta, con el cargo o la condición de poder que ostentó, hizo que su corrupción se dimensione, se amplíe y sea mucho más notoria. Los frutos que puede dar un corrupto, obviamente, que es y será eso, es decir, tan solo corrupción descomunal. Así como un árbol de manzana es capaz de brindar manzanas, un corrupto tan solo puede dar más corrupción.
Cada quien da lo que es. Cada persona solo puede dar lo que tiene. No podemos esperar más, por ende, si damos poder al corrupto indudablemente el daño será terriblemente considerable, por lo tanto, la primera tarea es que cada ser humano se arregle en integridad, no seamos corruptos y de esa manera, evitaremos dar poder siempre a los corruptos.
No busquemos perfección (porque no somos perfectos), busquemos excelencia, preguntémonos entre nosotros mismos: ¿eres un esfuerzo constante por ser mejor? Eso es todo lo que importa. Mejoremos como persona de forma íntegra e integral, mejoremos nuestro pedigrí, nuestro ser, nuestra descendencia y tengamos respeto y amor por todo lo que nos rodea con auténtica humildad (no figuretis, teatreros ni llenos de puras imposturas). Enfoquémonos en la inclusión, esto es, a un bienestar que puede ser para toda vida en este planeta.