(Página Siete – 16-05-2022) El ahora exviceministro de Coordinación y Gestión Gubernamental Freddy Bobaryn perdió el cargo por sus incisivos comentarios sobre la situación interna de su partido, cargados de críticas a quienes durante la crisis de octubre de 2019 huyeron del país o se refugiaron en embajadas, mientras otros hacían frente al gobierno transitorio.
El último, que publicó el 7 de mayo en su cuenta en Facebook, pero que recién repercutió en los medios nacionales el último viernes, derivó en su marginamiento. Su contenido tiene dos componentes que pudieran explicar el motivo: la crítica a quienes optaron por “huir, asilarse o esconderse” en 2019 y la conclusión de que ahora ha quedado demostrado que “el MAS-IPSP ¡NO es una persona!”.
En el primer caso, habrá que recordar que su jefe, el presidente Luis Arce Catacora, fue uno de los que se asiló en una embajada y luego dejó el país con destino a México, lo que hace pensar que éste pudiera ser el motivo principal para su alejamiento. Si criticas de esa manera a tu jefe no esperes que te llegue un memorándum de felicitación.
En el segundo caso, la conclusión de que el Movimiento Al Socialismo (MAS) no es una persona ya es un hecho irrefutable a 27 años de la fundación de ese partido.
Y es que si en algún momento Evo Morales Ayma fue visto como el principio y el fin del MAS, esa percepción ya no tiene asidero. El partido ha demostrado que tiene vida propia y que está más allá del “jefazo”, de los cocaleros y del trópico de Cochabamba.
La historia del MAS comenzó en 1995, y en 1997 Morales tomó la conducción del partido impulsado por sus bases cocaleras del trópico de Cochabamba. Con esas bases logró sus primeras victorias electorales, hasta que en 2005 una inyección de votos de la clase media y de bolivianos hastiados del viejo sistema político lo llevó a la Presidencia.
Ya entonces, los cimientos del MAS se extendieron más allá del trópico, pero eso no evitó que esa zona recibiera trato preferencial durante los 14 años del gobierno de Evo, lo que no pasó desapercibido para las bases masistas no cocaleras.
La elección de 2020, que selló el retorno del MAS, pero bajo la presidencia de Luis Arce, ya no dejó ninguna duda de que la fortaleza del partido está en la ciudad de El Alto y las provincias paceñas y ya no en el trópico de Cochabamba. 492.597 alteños votaron por el MAS, frente a 133.177 habitantes de la provincia Chapare, que incluye a tres municipios: Villa Tunari, Sacaba y Colomi. Sumados los cinco municipios de la provincia Carrasco, la cifra llega a 221.931, menos de la mitad de los votos alteños.
De ahí que el ala aymara, del que proviene Bobaryn, reclame ahora el liderazgo, que bien pudiera estar representado en el vicepresidente David Choquehuanca o también por el presidente Arce.
Entretanto, crecen las voces internas que reclaman un proceso de renovación dirigencial que incluya a Morales, algo que era impensable cuando él conducía los hilos del Estado, de su partido y de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba. Y en paralelo, su voz perdió el peso que tenía en el partido y eso lo demuestra, por ejemplo, la continuidad en el Ejecutivo de las autoridades que cuestionó abiertamente, entre ellas el ministro de Gobierno.
Y mientras él no asistió a la última reunión del Pacto de Unidad, pese a que se había comprometido a ello, Arce y Choquehuanca sí lo hicieron y, además, comenzaron a afianzar su relación con los sectores que conforman ese bloque político, pilar del MAS y de su gobierno.
Definitivamente, “el MAS-IPSP ¡NO es una persona!”, su existencia ya no depende de Evo Morales, aunque esta sentencia incomode a quienes aún viven de hacer creer a sus bases que la luna dejará de salir en ausencia del “jefazo”. Lo que ocurrirá es que esta rosca que se benefició por años del poder tendrá que dar paso a otros actores, que esperamos no repliquen los vicios prorroguistas y antidemocráticos de sus antecesores.