(El Deber – 11-10-2023) La mujer avanza a marcha firme, pero cada paso hacia adelante significa un alto costo para ella, para su familia y para la sociedad. Pocas veces se logra captar la relación entre el esfuerzo por conquistar nuevos espacios académicos, salariales y directivos para el género femenino con el salvaje rechazo a esta realidad que aún se puede observar en diversos espacios de la comunidad, como, por ejemplo, el hogar.
En este Día de la Mujer Boliviana es amargo reflejar que más de 700 mujeres, que son madres, hermanas, hijas, amigas, trabajadoras, han sido asesinadas por su condición femenina desde el año 2017. En lo que va de 2023 hay luto en 66 familias y hay una media de más de 116 por cada gestión.
Es dramático constatar que muchas de las víctimas de feminicidio habían denunciado a sus agresores; es decir que tomaron valor y acudieron en busca de protección, pero no la hallaron; al contrario, los agresores se ensañaron aún más contra ellas y las atacaron con una crueldad increíble. Una joven trepó y se refugió sobre un aire acondicionado en un edificio para evitar que su ex pareja la siga apuñalando. En otro caso, una mujer de 38 años logró escapar de los primeros cortes de su pareja, pero él la persiguió y no descansó hasta quitarle la vida. Son solo un par de situaciones dramáticas que nadie logra detener en Bolivia.
¿Qué hay detrás de estas agresiones? Si bien pueden ensayarse múltiples explicaciones, es claro que en muchos casos y bajo una mentalidad patriarcal que asume a la mujer como propiedad del marido, para ellos es intolerable ver que su pareja puede ser autosuficiente, tanto para mantenerse a sí misma como para criar a los hijos. Y es entonces cuando se ve que lograr la autodeterminación, la independencia económica o la libertad de realizarse, le cueste tanto al género femenino.
A la mujer le ha costado mucho cada espacio logrado. Nada le ha sido regalado. Aún ahora hay mucho camino que recorrer, a pesar de los significativos avances. Hay que recordar que, a comienzos del siglo XX, un movimiento femenino desafió las estructuras sociales establecidas para exigir el derecho al voto. Fueron años de lucha, que implicaron detenciones, torturas y muerte, hasta que les fuera reconocida la posibilidad de elegir, como lo habían hecho los hombres durante siglos.
Esta semana, Claudia Goldin fue galardonada con el Premio Nobel de Economía. Ese es un doble logro para el género femenino. Primero porque solo tres mujeres recibieron el galardón y Claudia es la primera en tenerlo en solitario. Segundo, porque se ha reconocido el trabajo que ella ha realizado para poner en evidencia la falta de equidad salarial y de representación de las mujeres en el ámbito del trabajo. Lo que eso implica es que ellas aún ganan menos que ellos por las mismas tareas, a lo que se suma que es sobre las mujeres que recaen las tareas del hogar y que suelen tener dobles jornadas de trabajo por esa misma razón.
El camino sigue siendo cuesta arriba porque lo que ahora hace falta es que todos los miembros de la sociedad: ellos y ellas, comprendan que la equidad de género en todos los ámbitos es tarea colectiva. Hay un avance en las nuevas generaciones masculinas, pero aún hay trabajo que hacer en los hogares, ya que el empoderamiento de las niñas significará la libertad de las jóvenes y adultas.
Bolivia aún está entre los países con mayores índices de violencia contra la mujer. La misión del Estado y de las instituciones de la sociedad civil es fundamental. Que este día sea el puntapié para avanzar. La ganancia será para todos, a no dudarlo.