Editorial El Deber 5/5/2022
En el Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebró el martes 3 de mayo, se supo que Bolivia está entre los países que sufren más ataques y amenazas al periodismo. En la prestigiosa clasificación de la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), Bolivia cayó 16 puestos este año en comparación con el 2021.
En Bolivia, los ataques, las amenazas, la censura y el hostigamiento por parte del Estado y las fuerzas progubernamentales atentan regularmente contra la libertad de prensa. El Estado boliviano controla numerosos diarios y ha aumentado la vigilancia sobre los medios críticos, especialmente en las redes sociales. La concentración de la propiedad de los medios privados es muy elevada y perjudica al pluralismo en el país. Ese es el diagnóstico textual de Reporteros Sin Fronteras en su capítulo dedicado a Bolivia.
También señala que el periodo de convulsiones y de inestabilidad política provocado por el “exilio forzado” de Evo Morales a finales de 2019 y cerrado con la elección de Luis Arce ha estado marcado por numerosos ataques contra la prensa, intimidaciones, hostigamiento, agresiones físicas, robo de material y censura en radio y televisión.
Los periodistas considerados como molestos son objeto del ensañamiento judicial y los medios que “ofenden al gobierno” se ven privados de los ingresos provenientes de la publicidad estatal, dice RSF.
El año 2021, Bolivia ocupaba el puesto 110 de un total de 180 en la lista de países que más respetan a la prensa. El 2022, bajó al lugar 126, casi a la par de México, solo un puesto por encima, que es considerado uno de los países más peligrosos del mundo para el ejercicio del periodismo.
En el país no es solo el Gobierno con sus instituciones y la justicia que controla quienes atentan contra la libertad de prensa, sino también los denominados movimientos sociales afines al Movimiento Al Socialismo, los grupos pagados por los ministerios para salir a hostigar en las ciudades el trabajo de los periodistas y los autodenominados “guerreros digitales” que son empleados gubernamentales para insultar y escrachar a quien piensa diferente en las redes sociales.
Si el Gobierno cree que mandando a otros grupos de personas a acusar el trabajo de la prensa, él queda limpio de toda sospecha, se equivoca radicalmente: en un país tan pequeño todo se sabe y en este caso a nadie le queda dudas de que detrás de una comunidad que acosa a los periodistas y detrás de esos “guerreros” digitales que todo el día trabajan en los móviles y computadoras buscando a quien descalificar por su opinión contraria al MAS, está no solo la orden, sino el financiamiento del Gobierno.
Y precisamente con motivo de la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, la Asociación Nacional de la Prensa que agrupa a los principales medios de comunicación escritos del país entregó su máxima distinción, el Premio Libertad, a la activista de los derechos humanos Amparo Carvajal, en reconocimiento por su valentía en la defensa de los derechos de las personas, la democracia, la libertad y la denuncia de la persecución política.
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En el Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebró el martes 3 de mayo, se supo que Bolivia está entre los países que sufren más ataques y amenazas al periodismo. En la prestigiosa clasificación de la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), Bolivia cayó 16 puestos este año en comparación con el 2021.
En Bolivia, los ataques, las amenazas, la censura y el hostigamiento por parte del Estado y las fuerzas progubernamentales atentan regularmente contra la libertad de prensa. El Estado boliviano controla numerosos diarios y ha aumentado la vigilancia sobre los medios críticos, especialmente en las redes sociales. La concentración de la propiedad de los medios privados es muy elevada y perjudica al pluralismo en el país. Ese es el diagnóstico textual de Reporteros Sin Fronteras en su capítulo dedicado a Bolivia.
También señala que el periodo de convulsiones y de inestabilidad política provocado por el “exilio forzado” de Evo Morales a finales de 2019 y cerrado con la elección de Luis Arce ha estado marcado por numerosos ataques contra la prensa, intimidaciones, hostigamiento, agresiones físicas, robo de material y censura en radio y televisión.
Los periodistas considerados como molestos son objeto del ensañamiento judicial y los medios que “ofenden al gobierno” se ven privados de los ingresos provenientes de la publicidad estatal, dice RSF.
El año 2021, Bolivia ocupaba el puesto 110 de un total de 180 en la lista de países que más respetan a la prensa. El 2022, bajó al lugar 126, casi a la par de México, solo un puesto por encima, que es considerado uno de los países más peligrosos del mundo para el ejercicio del periodismo.
En el país no es solo el Gobierno con sus instituciones y la justicia que controla quienes atentan contra la libertad de prensa, sino también los denominados movimientos sociales afines al Movimiento Al Socialismo, los grupos pagados por los ministerios para salir a hostigar en las ciudades el trabajo de los periodistas y los autodenominados “guerreros digitales” que son empleados gubernamentales para insultar y escrachar a quien piensa diferente en las redes sociales.
Si el Gobierno cree que mandando a otros grupos de personas a acusar el trabajo de la prensa, él queda limpio de toda sospecha, se equivoca radicalmente: en un país tan pequeño todo se sabe y en este caso a nadie le queda dudas de que detrás de una comunidad que acosa a los periodistas y detrás de esos “guerreros” digitales que todo el día trabajan en los móviles y computadoras buscando a quien descalificar por su opinión contraria al MAS, está no solo la orden, sino el financiamiento del Gobierno.
Y precisamente con motivo de la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, la Asociación Nacional de la Prensa que agrupa a los principales medios de comunicación escritos del país entregó su máxima distinción, el Premio Libertad, a la activista de los derechos humanos Amparo Carvajal, en reconocimiento por su valentía en la defensa de los derechos de las personas, la democracia, la libertad y la denuncia de la persecución política.
“La libertad es el derecho mayor que tenemos: todos nacemos libres y libres debemos morir”, dijo Amparo Carvajal al agradecer el Premio. Hermosas palabras que ojalá todos hiciéramos nuestras para convivir respetando el derecho de todos a las libertades, entre ellas a la libertad de prensa, condición irrenunciable de una auténtica democracia.